domingo, 4 de octubre de 2009

Memorias de un desterrado - Capítulo 6


Reencuentro y traición

De repente la sala se iluminó. Podía ver la figura de una mujer de rasgos élficos, cosa inusual según comentaron mis compañeros en las Escarpadas, y menos en una gruta. Pero había aparte de ello que no encajaba, llevaba unas túnicas negras y su piel era extremadamente blanca. Poco después caí. Era mi hermana.

Pocas palabras intercambiamos, solo supe de ella que Padre murió en Rávnica tras una lucha contra un felino gigante llamado Voja y su manada, unos de los pocos Selesnya que quedaban en el plano. Deduje que si ella había vuelto era porque compartía los poderes que obtuvo mi padre y me había atrapado para acabar conmigo y reclamar lo que era suyo.
Siempre se le caracterizó por tener un carácter de lo más apático, manipulador y frío. Sabía siempre perfectamente que quería y no le importaba decir todo aquello que pensaba porque solo los débiles esconden la verdad, explicaba. En parte, eso también venía de familia.

Sin quitarme las ataduras dijo a un bárbaro que me sacara de la celda. Me llevó a otra habitación, cercana a la anterior, donde el ambiente era más cálido. Grandes hogueras inundaban la habitación y una grieta circular se abría en el cielo ante mi mirada atónita. Las llamas allí eran abrasadoras.
Me mostró su propósito sin vacilar y sin preguntas, sino afirmaciones. Me explicó el porqué de su cambio de aspecto. El Pútrido la obligó a ingresar en una cofradía de asesinos y ladrones, de una especie de organización a la que llamaba Orzhov. Y entre ellos estaría durante su estancia en el Plano de los diez gremios para que en un futuro pudiese servirle… de algo. Aprendió a dominar el éter blanco y dejó lo poco que heredó de los elfos al abandono.
Tras la aclaración me obligó a dejar mi mandato y poco después me declararía traidor al Cónlave. No le interesaba más que la esencia dominante y la que aprendió a manipular para controlar por completo Relsus, no me necesitaba para nada.
Si el elfo de sombra no me aceptó nunca, no debía esperar que fuera a ser diferente con ella.

Pronunció unas palabras en un idioma desconocido y perdí el conocimiento. Solo recuerdo aquella extraña y distante conversación y, al despertar, me encontraba donde comenzaba la espesa masa de vegetación junto a las montañas. Excepto por Haar, que extraordinariamente estaba sentado junto a mi ileso, jamás volví a saber de aquellos que me acompañaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario