domingo, 4 de octubre de 2009

Memorias de un desterrado - Capítulo 2


Recuerdos e intenciones

Mi padre me dejó como a un deshecho más. Como la planta que no germina bien, como el fruto que nace sin vida. Siempre fui una vergüenza para él por haber nacido con mucha vitalidad en un mundo siniestro y sin rostros expresivos.
En cambio mi hermana siempre fue su mano derecha para todo. Hace décadas que no se nada de ella. Pero para que mentirnos, tampoco la he buscado. Debieron partir los dos hacia un nuevo plano que destruir supongo, pero demasiado me temo que volverán.

Ahora estoy establecido en el Cónclave Crepuscular, con cierto poder sobre la jerarquía.
La figura ilusoria, que mi padre dejó para que su imagen no se desvaneciera con el tiempo, empieza a dar sospechas de que el gran Ezoc ha muerto, y yo, su hijo, pronto tomaré el control en la próxima noche heptalunar. Trono que debo obtener para desde las sombras crear un nuevo mundo de vida, mi mundo.

Por mis estudios y los escritos de la biblioteca del Gran Altar, he tomado conciencia de que los demás seres que habitan el plano no dominan la poderosa esencia negra que emana del lugar, pero que poseen gran destreza para dominar otras cuarto esencias, apenas apreciadas por mis escasas experiencias, y que podrían causar un gran choque en los dominios de mi padre si llegaran a ser algo más inteligentes u ordenados.
Algún día tendré que mandar un grupo de Hexers, Brujos con habilidades de sellaje temporal, entre los cuales estaré yo, asegurando que la voluntad de El Elfo de Sombra es expandir la tiniebla, de manera que ni siquiera una pequeña parte del plano quede sin controlar por el Cónclave… por el bien de todos. Pero claro, aún no tengo la suficiente influencia.

Como me recomendó una vez, debería poder salir a aprender más de las vidas de los adeptos de los Dioses hundidos, desde el anonimato. Sin manto oscuro y mostrando mi rasgado rostro élfico nadie debería darse cuenta de mi presencia.

Mañana llegará a alzarse el séptimo astro. Odio decirlo, pero la impaciencia de el Pútrido me corroe de nuevo por dentro. No puedo esperar a mañana.

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