domingo, 4 de octubre de 2009

Memorias de un desterrado - Capítulo 5


Senda de peligros

Partimos antes de lo previsto. Haar vino en mi búsqueda porque en una de sus visiones observó como lo sacrificarían en la Torre Funesta, y no quería que la oscuridad finalmente se cerniera sobre todo. Un grupo de esclavos que juraron lealtad al nuevo líder revolucionario me siguieron, la mayoría eran dríadas desorientadas o pequeños supervivientes faéricos.

Tras Mantos de ocultación nos apresuramos a escapar y seguimos el camino que Haar prometió. Pasadas unas horas recuerdo como el color de la tierra iba cobrando colores, rojizos o verdosos, era casi mágico. Poco a poco el paisaje se transformaba. Aparecían las primeras hiedras, casi secas, y poco a poco fue todo a más. Hasta que nos vimos abducidos en un bosque, donde apenas podía quebrar un rayo de luna.

No lo vi tan diferente como ellos decían. En cierta manera era parecido a las llanuras. No había mucha luz, no se oía nada, no veías moverse nada. Ellos tampoco articulaban palabra hasta que me decidí a hablar. Deduje que no era típico de ese lugar tanta tranquilidad, estaban todos tensos.
Lo último que recuerdo de aquél momento es que alguien, o algo, nos atacó de repente y aparecimos en una habitación sellada con paredes y techos de piedra, que más adelante supe que era una sala de las muchas cavernas que hay en el las Escarpadas.

Éramos víctimas de un ataque enemigo. Por unos momentos pensé que era el propio Cónclave que nos había descubierto, pero la silueta de una figura familiar me hizo cambiar de parecer al momento. Una voz sin eco inundó la sala, y parecía que solo yo la podía percibir.

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